— ¡ya! ¡esto sí! ¡ahora sí! - dijo con entusiasmo, escribió dos líneas y arrugó la hoja tirándola al suelo
Habían pasado horas y nada, suponía que algún día el don tendría que acabarse, no tenía ni una sola idea, y a la primera que surgía era vulnerada por lo que parecía ser un eco invisible en su cabeza.
Se levantó y desgreñó su ya desordenado cabello, no se había afeitado y sus ojos parecían tan contrariados como su irritante estado.
— ¡¡¡NO PUEDO!!! ¡¡¡NO PUEDO!!! - se quejó golpeando el mesón, no es que ocurriese todos los días.
Miró hacia la ventana, se agarró la cabeza y suspiró mirando fijamente el pálido papel
— ¡ahí estaba!, era tan obvio, sólo me faltaba ponerle “FIN” - dijo parándose de la silla y guardando la hoja que creía escrita.
Se acercó a la cocina abrió una caja de pastillas y se tomó dos tabletas, y es que hace horas que el efecto se había terminado, luego de un rato se recostó y nuevamente se durmió.
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