viernes, 27 de enero de 2012

Milagro en el Sauce Llorón (Cuento de Navidad)


Bajo las hojas de un Sauce llorón, junto a un rio cubierto de hielo solido se encontraba la pequeña y humilde morada de Isabella, amaba la nieve y el patinar en aquel rio congelado que esperaba cada año a pesar de lo débil y vulnerable de su estado, pero a pesar de ello el hacer algo por su salud estaba fuera de su alcance, puesto que su familia era pobre, pero realmente no le importaba, era feliz con todo lo que tenia. El sentir el viento acaecer sobre su rostro al patinar y pasar una navidad mas con su familia era todo lo que pedía como regalo, pero más que ello lo consideraba una tradición sagrada.

Cuando el sutil llanto de su hermano toco los oídos de Isabella, fue cuando se dio cuenta de la gravedad de la situación, ella lo sabía perfectamente y conocía el daño que provocaba en su familia la enfermedad que la destinaria a perecer tarde o temprano.

— Hermano… – dijo casi en susurro, su garganta extrañamente se contrajo y le fue imposible pronunciar palabra, su corazón se aceleró y un dolor en el pecho le invadió cortantemente, no pudo hablar, pero llorar era inminente y antes de que se dieran cuenta se marchó corriendo hasta el tronco de aquel sauce llorón, deseaba con todo el corazón sanarse y dejar de vivir esta pesadilla.

En víspera de navidad después de cenar y cuando por fin el reloj marcaba las doce en punto del día veinticinco de diciembre fue que Isabella creyó escuchar cascabeles. Sin pensárselo dos veces raudamente se asomó por la ventana de la humilde casa y vislumbró un trineo con renos volando sobre los techos de las casas. No pudo evitar juntar las manos y pedir a Santa Claus que le regalara mayor salud y entonces soltó lágrimas de frustración
 
Semanas después Cuando el crepúsculo había tocado los copos de nieve que caían lentamente un hada se apareció ante aquel famoso sauce llorón, vio a aquella familia llorando el estado de Isabella quien de un día a otro había empeorado, y en su bondad concedió salud a la pequeña, después de todo se lo había pedido aquel gordinflón barbón y de ropaje rojo y sabia que esto le traería problemas con la hada reina ya que Isabella estaba siendo liberada de su destino en convertirse en hada del hielo, suspiró y se marchó devolviendo el fragmento de su alma robada en el momento en que Isabella había nacido, días después sanó como por arte de magia, se dirigió al patio trasero y se sentó en aquel sauce llorón.

— Gracias – pronuncio a Santa Claus mirando al cielo, un arcoíris había aparecido, no era extraño, puesto el invierno ya estaba terminando.




Bullying


Se sentó en medio de la banca, nadie sabía la razón de porque pasaba siempre esto, se desahogó llorando un rato y luego se paró directamente al baño. Posó sus delicados dedos en su boca, se lavó los dientes y observó fijamente su reflejo en el espejo todavía lagrimeando producto el ardor de su garganta.

Caminó rumbo al salón, como era habitual en el pasillo le gritaban gorda a pesar de lo delgada que estaba, pero aquello no bastaba y brutalmente la empujaron tirándola al piso. Se levantó escuchando un sin fin de risas que invadía el lóbrego y tortuoso lugar para Sofía, denotaba su esfuerzo de no romperse frente a ellas e ingresó raudamente al salón. Se sentó en su habitual silla que malvadamente habían cambiado por otra arreglada para que esta accidentara, pero la humillación era más fuerte que ella, y si aguantar un sólo minuto mas, salió corriendo rompiendo en llanto, sin embargo esto ya era algo tan habitual que nadie imaginó lo que esta broma provocaría.

Una simple disculpa a tiempo tal vez hubiese bastado, pero para entonces ya era demasiado tarde, bajo el ensombrecido árbol del patio que normalmente visitaba para llorar sus malos ratos, Sofía se había despedido por siempre de la vida.