jueves, 20 de diciembre de 2012

La hiena y el colibrí.


Nuevamente picoteando se encontraba el colibrí, todos los días se alimentaba de la misma flor, pronto ya no quedaría nada más que hojas relucientes, siempre tan optimista, amable y solidario; de pronto un día se halló perdido, bajo un frondoso bosque sin flores, había pasado días sin poder beber polen, y sólo se estrelló débil hasta el pastizal, para su sorpresa advirtió a una joven hiena descansando, había comido y bebido, pero su ambición por seguir alimentándose era grande. La pequeña ave le miró de reojo pidiéndole ayuda, sin embargo la hiena al percatar su presencia le desprecio, el colibrí siguió arrastrándose hasta dar con una mariposa, le ayudó, y le dieron de beber un poco de su néctar, para cuando se vio recuperado voló devuelta a su hogar, no sin antes percatar la presencia de la hiena que le había dado la espalda, tenía las orejas cortadas y la nariz herida, se arrastraba pidiendo socorro, el colibrí se acercó curioso, a pesar de lo pequeño que era le cuido, la hiena sorprendida de la generosidad de la pequeña, soltó lagrimas de arrepentimiento por no haberle ayudado cuando lo necesitó, a los días después en el que el dolor desapareció, se despidió de su pequeño amigo,  había aprendido una buena lección.

El colibrí llego a su hogar y siguió bebiendo de su querida flor fresca y reluciente.


Moraleja: ser solidario no es ayudar a quienes crees débiles, sino ayudar incluso al que se niegue a dar una mano. 



martes, 21 de agosto de 2012

Ella Ninfa (capitulo 4/4)


4. Falsa modestia

Un cielo azul, con nubarrones blancos, en compañía de un sol brillante, no de un modo ardiente, pero que lograba tornar de un amarillo cristalino el marrón de mis ojos, con una bocanada de sutil viento de vez en cuando, desgreñando el cabello, haciendolo vibrar, no recordaba haber sentido alguna vez estas sensaciones; dolor, decepción, la desesperación de ser traicionado por quien amas, y aún así sentir un peso menos sobre ti. Pretender volver en el tiempo sería un error, sabía que sólo desearlo no era una opción, era imposible transparentar algo que jamás podría efectuarse, una burla y un engaño a mi persona, pero tampoco deseaba olvidar aquel incidente.

Por primera vez después de lo ocurrido había abierto los ojos, mi alma había sido arrancada hasta el abismo y devuelto a mi cuerpo sólo para sufrir sobre lo cometido de alguien más, pero  sin duda que algo que nunca permitiría es ver perpetuar la pureza de quien creía importante, la única persona capaz de escucharme en aquel patético estado, de sacarme una sonrisa cuando lo necesité, sabía lo que significaba la presencia de aquella mujer en mi vida, ella me había salvado en todos los aspectos, respiré ocultando mi molestia, tratando de no perder los estribos frente aquella escena, verle llorar me clavaba como navajas en el pecho, un frio cortante que no culminaba.

                Cálmate Pardody— le indiqué sosteniéndole el rostro, con su mirada perdida sumida en sus propios pensamientos, no permitiría que nadie le lastimase, e impulsado por mis sentimientos, me encaminé invadido por el odio y proferí un combo a su rostro, tumbándole de lleno al piso.
                 ¡¿Qué te ocurre desquiciado?!— dijo secándose el labio herido.
                 ¡No por favor Jack! ¡ya déjalo!— musitó Pardodie, no parecía desearlo realmente, ellos necesitaban hablar, supuse.
                  ¿Pardodie? ¿qué haces aquí?— preguntó sorpresivo.
                  Me prometiste algo, pero…— dijo con inseguridad.
                  Amor no te enojes, fue un error, pero te amo a ti— al escucharle sentí arder mi cabeza, no podía creer la frialdad con la que pronunciaba aquellas palabras, igual que el egoísmo de Laurent, ella se dio cuenta de mi reacción y espero una respuesta en mi mirada, Phillippe me miró de reojo— ¿qué haces con él?, no es atractivo y parece un humano común— nunca tuve problemas con mi apariencia, me consideraba dentro del promedio, piel trigueña, ojos cafe y cabellera castaña, por supuesto que era humano ¿acaso había tratado de ofenderme?
                   El ha sido muy gentil, me prestó su ayuda en buscarte— infirió, no quería que le diera explicaciones.
                 Ya veo, vámonos bonita— volteó nuevamente su mirada hacia mí, sus ojos dorados rebelaban el pánico que le consumía, tal vez esperaba que le detuviese, era lo correcto.
                 ¡Pardodie! No lo hagas— le sostuve la mano— el no vale la pena, si lo hizo una vez nada asegura que te sea fiel.
                  Te estás volviendo una molestia, no le escuches Pardodie— dijo, su acompañante al parecer permanecía estupefacta con todo, puesto no infirió palabra ni le detuvo cuando optó en dejarle por Pardodie.
             Pardodie, no permitas que te lastimen como a mí, eres libre de escoger— dije tendiéndole la mano esperando que la aceptara. Miró a Phillippe.
                      ¡Ella no irá contigo! ¡me ama a mí!
                      Pardodie— le reiteré.
                     Las bonitas son mías— pronunció siendo la gota que derramó el vaso, o eso creí ver en sus ojos perdidos.
                      No me busques… no vales la pena— susurró y tomó de mi mano.
                     Pardodie…— infirió sin aire, pero esta no se giró a mirarle, posiblemente si lo hacia se quebraría, y sin mas desaparecimos de aquella ciudad.

Habían sido demasiadas cosas por un día, una Ninfa despechada y un humano consumido en depresión por la infidelidad de su futura esposa. Extrañamente me sentía atraído por ella, acababa de conocerle, tal vez era aquel aura o su calidez poco habitual: su belleza interior.
     
                    No llores Pardodie— le sequé las lagrimas, me miró fijamente, extrañamente dejó de hacerlo y me sonrió.
                ¿Sabes? Nos parecemos en algo, ambos tenemos esto— dijo apuntándome al corazón— no me importa ser ninfa, renuncio a ello y me vendré a tu mundo— me sorprendí de su respuesta, pero a pesar de todo no pude evitar dedicarle una tierna mirada.

No sabía cómo acabaría todo, ni me había dado cuenta de cómo había comenzado, le tomé la mano mirando al crepúsculo candente, ya no habrían decepciones, ya no habrían amarguras, y estaba completamente seguro de una cosa, yo era humano, ella ninfa, la mezcla perfecta para existir. 


Ella Ninfa (capitulo 3/4)


3. A través del espejo.
 
Un sitio moderno, estridente con el habitual tumulto urbano, hacia un costado una gran torre gris y azul, y en lo alto una pantalla con información relevante, luminosa durante la noche, también conocida como la Torre Entel. En la vereda de la avenida principal se visualizaba la estación de metro, junto a la esquina el palacio de la moneda rodeado por estantes de agua y regaderas que salpicaban como cascadas por encima de estos, en frente de la entrada principal impotente la estatua de Arturo Alessandri Palma, cruzando por la avenida una gigantesca bandera nacional, flameante por el viento, con unos cuantos extranjeros fotografiando una y otra vez, sin parar, sin embargo para mí algo tan trivial que no presté mayor atención, para mi acompañante un tanto sorprendente, pude darme cuenta por su rostro sorpresivo, sonreí al verle estupefacta, respiré y seguí conduciendo a toda velocidad por avenida Alameda.

De pronto noté una centellante luz sobre nosotros, un hombre en moto con una bella mujer, no estaba seguro, pero parecía nuestro reflejo, un espejo supuse, mi corazón se punzó, traté de maniobrar, pero era tarde, me tapé el rostro esperando no cortarme con los vidrios,  sin embargo cruzamos al interior intactos, el ruido del motor y la violenta caída, me hizo comprender que habíamos llegado a un sitio muy diferente al que conocía, la fragancia a flores impregnado en el aire me hizo volver nauseabundo, de pronto un recuerdo que me erizó la piel. Me levanté preocupado para asegurarme de que Pardodie se encontrase bien, mi corazón latía de forma alarmante, tumbada en el suelo como un ángel frágil y armonioso, se encontraba con los ojos cerrados.

                ¡Pardodie! ¡¿Estás bien?! ¡Reacciona por favor!— le moví.
               Abrió los ojos y soltó un suspiro— Te dije que la ciudad era peligrosa— se paró con esfuerzo.
               ¿De qué me hablas? ¡Creo que estamos atrapados en un espejo!, de seguro estoy soñando, sí, es sólo un sueño, ¡que alguien me despierte ya!— grité nervioso.
                  No es un sueño, esta es la ciudad de la que te hablaba— me sonrió.
                  No puede ser, ¿Cómo puede ser real? Estoy en una ciudad en el interior de un espejo— me cuestioné preocupado— ehh… creo que cambie de opinión, quiero volver— inferí.
                 No Jack, prometo que te devolveré a tu mundo, pero necesito de tu ayuda— confesó afligida, odiaba que fuese tan linda, tan delicada y expresiva, puse los ojos en blanco, era un hombre después de todo.
                   Bien, pero explícame ¿Cómo es esto de una ciudad en el espejo?— me crucé de brazos esperando una respuesta.
                   ¿Ciudad en un espejo?— rió delicadamente— discúlpame Jack, eso que llamas espejo es un portal, los hay en todas partes, es sólo que eres tan poco sutil que nunca lo has notado.
                     No soy poco sutil— refunfuñé. 

Me enderecé y atisbé sorpresivo, todo era distinto, la gente en este sitio era salida como del paraíso y las construcciones inusitadas, de madera o piedra en diferentes diseños y tamaños, sin embargo la que más me pasmó era una de tres pisos construida de piedra, parecía un castillo y le rodeaban enredaderas que daban color a lo gris pálido a esta, en la cima tres puntas destacaban, como torres que sostenían balcones y elegantes ventanales. Frente a esta un gran árbol de la misma altura, estas criaturas realmente parecían adorar las cosas verdes.
De pronto noté la presencia de un parque de entretenciones, no muy diferente al de mi mundo, pero si con un peculiar aire hippiento, sentí ganas incontrolables de ingresar, después de todo necesitaba despejar mi cabeza. Impulsivamente agarré de la mano a Pardodie. 

                  ¡Pardodie vamos!— le dije emocionado.
                  ¿Oh? Por supuesto que no— respondió.
                 ¿Por qué no? Yo prometí ayudarte a encontrar a tu ninfa amor— me burlé esperando que sonriese, pero noté una mueca de tristeza— te ayudaré a buscarle, pero también necesito despejar mi mente, ¿sabes? mi situación no es fácil, si no hago algo esa mujer me va perturbar más de lo que deseo, ya no quiero seguir sintiendo dolor, ella no lo merece— no comprendía cómo había inferido aquello, sentí vergüenza de mi mismo, pero por alguna razón esta joven que se nombraba ninfa así misma, lograba hacerme sentir paz y confianza.
                   Hizo una mueca de poco agrado—bien— me dijo.
                   Sonreí, puesto su rostro blanco se torno mas pálido que radiante, le  jalé de la mano— entonces vamos— corrí con ella.

La primera gran cosa que hicimos fue subir a una montaña rusa, ahora comprendía la reacción poco grata de mi reciente amiga, pude percibir su estado temerario, impulsivamente le sujeté la mano para que se tranquilizase, en vez de ello, sentí cierta incomodidad en ella, aunque rápidamente lo olvidé gritando hasta no poder mas. Cuando por fin habíamos terminado nos arrojamos a los pastizales muertos de risa, entonces su cara cercana a mí, provocó que mi corazón muerto se acelerara, ella lo percibió y se levantó de mi lado.

                Bien, creo que ya fue suficiente, estoy preocupada por Phill—  me confesó.
                Descríbelo— le indiqué.
                ¿Qué?— pregunto confusa.
               Sería más fácil saber cómo es físicamente, para tener una idea de la persona a quien busco— le sonreí.
               Bien— se sentó sonriente— el tiene cabello café como la tierra, ojos azules como el mar, y piel blanca como la nieve, similar a la mía, es delgado y alto, creo que un poco más que tu— suspiró—es muy hermoso— era muy cursi, y por alguna razón me molestaba escucharle hablar así de él.
                   Ya veo— dije mirando a mi alrededor— ¿alguien parecido a él?— apunté a una pareja.
                 Volteó la mirada— ¡es el!— gritó, y si que era lindo, bueno supongo que en mi no sonaba muy bien, pero no estaba mal, después de todo el también era un hada, no había comparación.
                 ¿Quién es ella?— pregunté sorprendido, su acompañante era todavía más hermosa que Pardodie.
                    Ella es…— respiró agitada, incapaz de contener el impuso de llorar.


Ella Ninfa (capitulo 2/4)


2. Extraña Criatura.

Un mundo pequeño, donde la naturaleza fuera esencia y la oscuridad un rayo de luz, quería conocer un sitio similar a ese. ¿Qué importaba morir? Ya no quedaba mucho por lo que luchar, mi relación estaba destruida, en cinco años Laurent se había convertido en todo para mí; como aire, como luz y como persona.

Frené en medio de lo que parecía un bosque, me paré y respiré intentando sentir alivio, pero el olor a flores del lugar despedía malestar a mi estomago, caí de rodillas al suelo expulsando todo el revoltijo bebido, mi cuerpo temblaba y sudaba, no tenía fuerzas para levantarme y continuar el camino a casa, no lo pensé antes de caer tumbado al suelo boca abajo en medio de la hiedra, sin embargo cuando me di cuenta ya había amanecido, observé cuidadosamente que estaba rodeado de arboles, altos y añosos, no recordaba absolutamente nada de lo sucedido la noche anterior, a excepción de la traición de Laurent.

La leve brisa revoloteó por sobre mi cuello haciéndome estremecer, asiré la cabeza intentando calmar la fuerte migraña, bajé la mano al suelo, cálido y blando, parecía el cuerpo de alguien más, volteé la mirada con temor, una mujer dormida yacía a mi lado, me levanté de golpe y retrocedí, pero antes de intentar huir me precipité accidentalmente con la moto de David, tragué saliva intentando darme valor para comprender la situación, una noche de gran embriaguez al parecer había sido demasiado para mí. 

                ¿Quién eres tú?— pregunté atemorizado, no acostumbraba a tener aventuras como si nada.
               ¿ya no me recuerdas?— preguntó en un tono dulce todavía somnolienta,  siempre había creído que el paraíso sería lo más bello que vería y ni siquiera estaba seguro de si existiera uno, pero ahora comprendía lo equivocado que estaba, ella era aterradoramente hermosa. Tenía el cabello de oro, liso y por debajo de su cintura, su piel blanca parecía de porcelana, tan delicada y notablemente bella, sin imperfecciones y completamente luminoso; su cuerpo parecía tan frágil como las plumas de un ave, tan así que sentí que se haría daño con el simple hecho de ser tocado. Vestía una capucha con gorro café, y por debajo de este un vestido verde.
                 Emmm…— no sabía que decir, lo cierto es que no lograba dimencionar de donde había salido y menos que se fijara en alguien tan desastroso como yo anoche— aclaro que no estaba en mis cinco sentidos, si te he hecho algo te ruego que me perdones y hagas como si nada hubiese sucedido— le justifiqué nervioso, intentando no ver a sus ojos del color de la miel.
                     ¿de qué hablas? Tú me hiciste una promesa…
                   ¿promesa? ¿Cómo se supone que sepa lo que le prometí? Mi mente está en blanco y ella me inquieta, Jack no le mires a los ojos, podría hipnotizarte— dije en mi mente.
                     ¿ya te sientes mejor? ¿no huiras de tu promesa verdad?— preguntó.
                     ¿tú eres…?
                      Pardodie— me sonrió.
           Qué extraño nombre, su madre enserio debió tener problemas de identidad, nadie puede llamarse así— comenté en mi cabeza— que lindo nombre Pardodie— indiqué— bueno, pensándolo bien, en ella ese nombre suena bien, con estilo.
       Se aproximó a mi rostro, mi nerviosismo fue inminente, ella pareció notarlo y me sonrió— ¿cumplirás tu promesa verdad?— volvió a preguntar.
                Pardodie, lamento todo lo ocurrido, no puedo cumplir la promesa, lo que hice anoche no lo recuerdo, y no acostumbro a tener esa clase de comportamiento, soy un buen hombre…
                   ¿De qué hablas?— me interrumpió— prometiste ayudarme a encontrar a Phillippe.
                        ¿Phillippe?— pregunté.
               Phillippe mi novio, el salió en busca de una piedra de compromiso, pero no ha vuelto— me explicó.
        ¿una piedra? Nadie puede regalar una piedra en estos tiempos, una sortija de compromiso luciría más lindo en ella— dije nuevamente en mi mente— ¿una piedra?— le pregunté.
                 Los ninfos suelen regalar piedras a sus parejas para contraer matrimonio— me informó.
                          ¿Ninfo?— pregunté.
                  Yo y Phillippe somos ninfas del bosque Decely, aunque pertenecemos a grupos distintos— me sonrió.
                           ¿ninfa? Dios será linda pero está completamente loca— pensé.
                         ¿me ayudaras cierto?— le miré accidentalmente a los ojos , grave error, parecía tan preocupada, que me era imposible negarme.
                           Bien— saltó y me agarró del brazo.
                            sabes algo, te ves mucho mejor que ayer— me dijo sonriente.
                            ¿tú crees?— le sonreí— ¡ah!…casi lo olvidaba, mi nombre es…
                           ¡Jack!, ya lo sé, me lo dijiste unas cincuenta veces anoche— mencionó.
                           ¿enserio? ¿dime qué más hable?— pregunté.
                      No estoy completamente segura, no lograba entender bien lo que hablabas, pero mencionaste el nombre de Laurent repetidas veces, ella debe ser alguien muy importante para hacerte llorar de esa manera— me dijo.
                        Un poco…— le miré— íbamos a casarnos en cuatro meses, pero me traicionó con alguien más— sonreí amargamente, respiré, de pronto sentí el pecho oprimido y mis lagrimas escurrieron, ella me miró con ternura y sus cálidos brazos me rodearon de pronto.
                         Esa Laurent es realmente una tonta, y es afortunada, puesto la amas al borde de llorar y sufrir— me dijo dulcemente.
                     Soy patético, lamento haberte hecho escuchar toda la madrugada mi drama amoroso— le sonreí, no acostumbraba a hablar con extraños, menos temas como este.
                                  Tienes una linda sonrisa— me sonrojé— Phillippe jamás ha llorado ni sufrido alguna vez por mí, pero sé que me ama a su modo, a diferencia tuya él es una persona introvertida— hizo un gesto de preocupación.
                               Le toqué la mano— tranquila, le encontraremos, ¿sabes dónde podría haber ido a buscar la piedra?
                                 En la ciudad, pero tengo miedo de ir aquel lugar, la gente es muy distinta.
                           Sí, suele ser traicionera— ironicé, por alguna razón con ella me sentía a gusto y tranquilo.
                      La sensibilidad es parte de la magia de un hombre, me pareces muy lindo— a pesar de portarse cursi, sentí mi corazón latir fuertemente. 
                        Bien, vamos— cambié el tema antes que notara mi reacción tomándole de la mano.

Le entregué el casco protector de la moto y nos alejamos, le ayudaría a encontrar a ese tal Phillippe costara lo que costara. 



Ella Ninfa (capitulo 1/4)

 
1. Remitente.

Había gato encerrado, no había duda de ello, sabía que no debía alarmarme tanto por un mensaje sin remitente, pero ya no era el primero que recibía, y segundo, estaba borracho.
Me paré prepotente del sofá de cuero negro, frente a él una mesa de centro en el que yacían vasos y botellas vacías, no presté mayor atención al sonido quebrante de las copas que pase a llevar, estaba centrado sólo en comprobar la veracidad de aquel texto, Andrew me sostuvo del brazo intentando detenerme, fuertemente me zafé y proseguí.  Mi torpe caminata me hizo tropezar con la silla de Raúl, había ido a comprar más licor, era lógico, me lo había bebido todo, caí de rodillas al verdoso suelo de cerámica, intenté obtener lucidez y equilibrio, pero era imposible, todo se encontraba nebuloso, aún así me paré y continué, con dificultad llegué hasta la puerta principal; hacia un costado una lámpara de luz nítida, similar a las velas de castillos medievales alumbraba sutilmente, volví a caer, me levanté sosteniéndome de la puerta de madera beige, e intenté agarrar la manilla y girarle, se me divisó en dos, suspiré y me refregué los ojos, esta vez conseguí abrir, salí al jardín, dos árboles de naranjo a un costado izquierdo y un limonero en frente separaban el camino que conducía hasta el pasaje, no existía reja, puesto estábamos en un condominio, introduje mi mano al bolsillo derecho del pantalón, David me rogó que no me llevase su moto sosteniéndome del gorro del poleron, encima vestía una chaqueta de cuero negra, le empujé y de todos modos me monté sobre ella, fue su culpa por dejarme las llaves, y sin más partí a toda velocidad por aquel asedio.

No pude diferenciar lo frio del clima otoñal, ni el silencio sórdido de la madrugada, pocos vehículos transitaban, no disminuí ni un poco la velocidad a pesar de mi embriaguez. Circulé por avenida Providencia, una punta diamante la dividió con avenida 11 de Septiembre, doble a la derecha en la esquina de Manuel Montt sumergiéndome en los innumerables pubs de la zona, pero esta vez tenía un destino: “El Dazclub”. Era el sitio mencionado en el mensaje, sobresalía entre los demás, la gente que lo frecuentaba parecía ser adinerada y bastante joven, menos de veintitrés años supuse, me estacioné frente a este y me paré en son de espía, unos guardias detuvieron mi paso, pelear no era mi estilo, sabía que si lo hacía terminaría fuera de todos modos, observé a un grupo de jóvenes alistándose a entrar, corrí hasta la única mujer entre ellos, del estilo pelo lais, delgada, de test clara, alta y notablemente guapa; le agarré del b razo actuando.

                 ¡Vengo con ella!— le dije a uno de los guardias.
     ¿señorita es cierto lo que el joven dice?— se me quedó mirando estupefacta y enmudecida, supuse que aún no comprendía la situación, un muchacho que en apariencia parecía más su novio que su amigo, se acercó hasta nosotros.
         Viene con nosotros, se le paso la mano con las copas, prometo que no hará ningún escándalo, se porta bastante bien— tocó mi hombro y me miró— su novia lo acaba de patear— sonrió— tratamos de animarle un poco.
          Le dejaré ingresar, pero todo es bajo responsabilidad de ustedes— indicó el guardia—…y además tiene prohibido beber alcohol— se acercaron otros cuatro jóvenes mas.
              ¡Vale socio!— dijo sosteniéndome del brazo, como si fuera uno más de los suyos, una vez dentro se detuvo— no hagas escándalo, alguna razón has de tener para entrar— me golpeó la espalda y se alejó con el resto.

El oscuro del lugar volvía todavía más confuso mi caminar, no recordaba haber estado así de borracho desde el día en el que Marie, mi hermana mayor había decidido, hace ya tres años, mudarse a Inglaterra con su novio británico para empezar su nueva vida marital, para mi significaba la muerte misma vestida de blanco, con el tiempo pude aceptarlo.
Seguí caminando, la barra del bar despedía luces azulinas, estaba atestada de jóvenes celebrando, achiqué mi vista cristalina, mientras mi estado contrariado buscaba desesperadamente a Laurent. De pronto una silueta conocida, reconocí su cabello como el fuego, ondulado y del largo de su cintura, junto a aquellos brazos blancos, pálidos, sujetando el cuello de alguien más, mientras el aroma de su perfume esfumó todas mis dudas de la cabeza, sus labios posados apasionadamente sobre alguien más me clavo como estacas en el pecho, no necesitaba estar lo suficientemente lucido para darme cuenta de la situación que estaba presenciando, sin embargo tampoco tuve el valor de acercarme a pedir una explicación; un extranjero de notable estatura y buena presencia, me sentía tan idiota, que sólo preferí darme la media vuelta y alejarme, pero ella alertó mi presencia y se dirigió raudamente hasta mi.

           ¡¿Jack?! ¡¡¡¡Jack!!!!— me volteó con el brazo, mis ojos dilatados revelaban mi estado— ¡¡¡Jack estas ebrio!!!
    Sí, pero estoy lo suficientemente cuerdo para no engañar a mi novia con alguna extranjera— ironicé, era patético, pues mi lenguaje poco ortodoxo y lleno de enredos rebelaba mi borrachera.
                ¡¡Jack!! ¡¡Puedo explicarlo!!...
                ¡¡¡estabas besándote con otro!!! ¡¡¡¿Qué tengo que entender?!!!
             ¡¡Te amo Jack!!— dijo intentando besarme, pero me aparté brutalmente y salí al exterior, ella me siguió— ¿Por qué no puedes entenderme Jack?— Dios amaba a esta mujer al borde de ser capaz de perdonar su infidelidad, pero me sentía tan miserable y pisoteado que no podía siquiera mirarle a la cara. Me monté en la moto preparado para huir de ella y del mundo— ¡¡¡Jack estas ebrio!!! ¡¡¡Jack no puedes conducir así!!!  me agarró del brazo.
        ¡¡¡¡¡no me toques!!!!! ¡ya no quiero saber nada de ti! ¡¡¡no me busques!!! ¡¡¡no me llames!!! ¡¡¡¡lo nuestro se acabo!!!!— le grité coléricamente saliendo disparado del lugar, lo último que escuché de su voz era el sonido de mi nombre repetidas veces, que importaba, siempre confié en ella, y quería demostrar que todo era una mentira— sonreí— debí haber escuchado a mis amigos, yo jamás debí venir a este sitio— dije para mí mismo.