2. Extraña
Criatura.
Un mundo pequeño, donde la naturaleza fuera esencia y la oscuridad un rayo
de luz, quería conocer un sitio similar a ese. ¿Qué importaba morir? Ya no
quedaba mucho por lo que luchar, mi relación estaba destruida, en cinco años
Laurent se había convertido en todo para mí; como aire, como luz y como
persona.
Frené en medio de lo que parecía un bosque, me paré y respiré intentando
sentir alivio, pero el olor a flores del lugar despedía malestar a mi estomago,
caí de rodillas al suelo expulsando todo el revoltijo bebido, mi cuerpo
temblaba y sudaba, no tenía fuerzas para levantarme y continuar el camino a
casa, no lo pensé antes de caer tumbado al suelo boca abajo en medio de la
hiedra, sin embargo cuando me di cuenta ya había amanecido, observé
cuidadosamente que estaba rodeado de arboles, altos y añosos, no recordaba
absolutamente nada de lo sucedido la noche anterior, a excepción de la traición
de Laurent.
La leve brisa revoloteó por sobre mi cuello haciéndome estremecer, asiré la
cabeza intentando calmar la fuerte migraña, bajé la mano al suelo, cálido y
blando, parecía el cuerpo de alguien más, volteé la mirada con temor, una mujer
dormida yacía a mi lado, me levanté de golpe y retrocedí, pero antes de
intentar huir me precipité accidentalmente con la moto de David, tragué saliva
intentando darme valor para comprender la situación, una noche de gran
embriaguez al parecer había sido demasiado para mí.
—
¿Quién eres tú?— pregunté atemorizado, no acostumbraba a tener aventuras
como si nada.
— ¿ya no me recuerdas?— preguntó en un tono dulce todavía
somnolienta, siempre había creído que el
paraíso sería lo más bello que vería y ni siquiera estaba seguro de si
existiera uno, pero ahora comprendía lo equivocado que estaba, ella era
aterradoramente hermosa. Tenía el cabello de oro, liso y por debajo de su
cintura, su piel blanca parecía de porcelana, tan delicada y notablemente
bella, sin imperfecciones y completamente luminoso; su cuerpo parecía tan
frágil como las plumas de un ave, tan así que sentí que se haría daño con el
simple hecho de ser tocado. Vestía una capucha con gorro café, y por debajo de
este un vestido verde.
— Emmm…— no sabía que decir, lo cierto es que no lograba dimencionar de
donde había salido y menos que se fijara en alguien tan desastroso como yo
anoche— aclaro que no estaba en mis cinco sentidos, si te he hecho algo te
ruego que me perdones y hagas como si nada hubiese sucedido— le justifiqué
nervioso, intentando no ver a sus ojos del color de la miel.
—
¿de qué hablas? Tú me hiciste una promesa…
—
¿promesa? ¿Cómo se supone que sepa lo que le prometí? Mi mente está en
blanco y ella me inquieta, Jack no le mires a los ojos, podría hipnotizarte—
dije en mi mente.
—
¿ya te sientes mejor? ¿no huiras de tu promesa verdad?— preguntó.
—
¿tú eres…?
—
Pardodie— me sonrió.
— Qué extraño nombre, su madre enserio debió tener problemas de identidad,
nadie puede llamarse así— comenté en mi cabeza— que lindo nombre Pardodie—
indiqué— bueno, pensándolo bien, en ella ese nombre suena bien, con estilo.
— Se aproximó a mi rostro, mi nerviosismo fue inminente, ella pareció
notarlo y me sonrió— ¿cumplirás tu promesa verdad?— volvió a preguntar.
— Pardodie, lamento todo lo ocurrido, no puedo cumplir la promesa, lo que
hice anoche no lo recuerdo, y no acostumbro a tener esa clase de
comportamiento, soy un buen hombre…
— ¿De qué hablas?— me interrumpió— prometiste ayudarme a encontrar a
Phillippe.
—
¿Phillippe?— pregunté.
— Phillippe mi novio, el salió en busca de una piedra de compromiso, pero
no ha vuelto— me explicó.
— ¿una piedra? Nadie puede regalar una piedra en estos tiempos, una
sortija de compromiso luciría más lindo en ella— dije nuevamente en mi mente—
¿una piedra?— le pregunté.
— Los ninfos suelen regalar piedras a sus parejas para contraer
matrimonio— me informó.
—
¿Ninfo?— pregunté.
— Yo y Phillippe somos ninfas del bosque Decely, aunque pertenecemos a
grupos distintos— me sonrió.
—
¿ninfa? Dios será linda pero está completamente loca— pensé.
—
¿me ayudaras cierto?— le miré accidentalmente a los ojos , grave error,
parecía tan preocupada, que me era imposible negarme.
—
Bien— saltó y me agarró del brazo.
—
sabes algo, te ves mucho mejor que ayer— me dijo sonriente.
—
¿tú crees?— le sonreí— ¡ah!…casi lo olvidaba, mi nombre es…
—
¡Jack!, ya lo sé, me lo dijiste unas cincuenta veces anoche— mencionó.
—
¿enserio? ¿dime qué más hable?— pregunté.
—
No estoy completamente segura, no lograba entender bien lo que hablabas,
pero mencionaste el nombre de Laurent repetidas veces, ella debe ser alguien
muy importante para hacerte llorar de esa manera— me dijo.
—
Un poco…— le miré— íbamos a casarnos en cuatro meses, pero me traicionó
con alguien más— sonreí amargamente, respiré, de pronto sentí el pecho oprimido
y mis lagrimas escurrieron, ella me miró con ternura y sus cálidos brazos me
rodearon de pronto.
—
Esa Laurent es realmente una tonta, y es afortunada, puesto la amas al
borde de llorar y sufrir— me dijo dulcemente.
—
Soy patético, lamento haberte hecho escuchar toda la madrugada mi drama
amoroso— le sonreí, no acostumbraba a hablar con extraños, menos temas como
este.
—
Tienes una linda sonrisa— me sonrojé— Phillippe jamás ha llorado ni
sufrido alguna vez por mí, pero sé que me ama a su modo, a diferencia tuya él
es una persona introvertida— hizo un gesto de preocupación.
—
Le toqué la mano— tranquila, le encontraremos, ¿sabes dónde podría haber
ido a buscar la piedra?
—
En la ciudad, pero tengo miedo de ir aquel lugar, la gente es muy
distinta.
—
Sí, suele ser traicionera— ironicé, por alguna razón con ella me sentía
a gusto y tranquilo.
— La sensibilidad es parte de la magia de un hombre, me pareces muy lindo—
a pesar de portarse cursi, sentí mi corazón latir fuertemente.
— Bien, vamos— cambié el tema antes que notara mi reacción tomándole de la
mano.
Le entregué el casco
protector de la moto y nos alejamos, le ayudaría a encontrar a ese tal
Phillippe costara lo que costara.