3. A través del espejo.
Un sitio moderno, estridente con el habitual tumulto urbano, hacia un
costado una gran torre gris y azul, y en lo alto una pantalla con información
relevante, luminosa durante la noche, también conocida como la Torre Entel. En
la vereda de la avenida principal se visualizaba la estación de metro, junto a
la esquina el palacio de la moneda rodeado por estantes de agua y regaderas que
salpicaban como cascadas por encima de estos, en frente de la entrada principal
impotente la estatua de Arturo Alessandri Palma, cruzando por la avenida una
gigantesca bandera nacional, flameante por el viento, con unos cuantos
extranjeros fotografiando una y otra vez, sin parar, sin embargo para mí algo
tan trivial que no presté mayor atención, para mi acompañante un tanto sorprendente,
pude darme cuenta por su rostro sorpresivo, sonreí al verle estupefacta,
respiré y seguí conduciendo a toda velocidad por avenida Alameda.
De pronto noté una centellante luz sobre nosotros, un hombre en moto con
una bella mujer, no estaba seguro, pero parecía nuestro reflejo, un espejo
supuse, mi corazón se punzó, traté de maniobrar, pero era tarde, me tapé el
rostro esperando no cortarme con los vidrios, sin embargo cruzamos al
interior intactos, el ruido del motor y la violenta caída, me hizo comprender
que habíamos llegado a un sitio muy diferente al que conocía, la fragancia a
flores impregnado en el aire me hizo volver nauseabundo, de pronto un recuerdo
que me erizó la piel. Me levanté preocupado para asegurarme de que Pardodie se
encontrase bien, mi corazón latía de forma alarmante, tumbada en el suelo como
un ángel frágil y armonioso, se encontraba con los ojos cerrados.
—
¡Pardodie! ¡¿Estás bien?! ¡Reacciona por favor!— le moví.
—
Abrió los ojos y soltó un suspiro— Te dije que la ciudad era peligrosa—
se paró con esfuerzo.
—
¿De qué me hablas? ¡Creo que estamos atrapados en un espejo!, de seguro
estoy soñando, sí, es sólo un sueño, ¡que alguien me despierte ya!— grité
nervioso.
—
No es un sueño, esta es la ciudad de la que te hablaba— me sonrió.
—
No puede ser, ¿Cómo puede ser real? Estoy en una ciudad en el interior
de un espejo— me cuestioné preocupado— ehh… creo que cambie de opinión, quiero
volver— inferí.
—
No Jack, prometo que te devolveré a tu mundo, pero necesito de tu ayuda—
confesó afligida, odiaba que fuese tan linda, tan delicada y expresiva, puse
los ojos en blanco, era un hombre después de todo.
—
Bien, pero explícame ¿Cómo es esto de una ciudad en el espejo?— me crucé
de brazos esperando una respuesta.
—
¿Ciudad en un espejo?— rió delicadamente— discúlpame Jack, eso que
llamas espejo es un portal, los hay en todas partes, es sólo que eres tan poco
sutil que nunca lo has notado.
—
No soy poco sutil— refunfuñé.
Me enderecé y atisbé sorpresivo, todo era distinto, la gente en este sitio
era salida como del paraíso y las construcciones inusitadas, de madera o piedra
en diferentes diseños y tamaños, sin embargo la que más me pasmó era una de
tres pisos construida de piedra, parecía un castillo y le rodeaban enredaderas
que daban color a lo gris pálido a esta, en la cima tres puntas destacaban,
como torres que sostenían balcones y elegantes ventanales. Frente a esta un
gran árbol de la misma altura, estas criaturas realmente parecían adorar las
cosas verdes.
De pronto noté la presencia de un parque de entretenciones, no muy
diferente al de mi mundo, pero si con un peculiar aire hippiento, sentí ganas
incontrolables de ingresar, después de todo necesitaba despejar mi cabeza.
Impulsivamente agarré de la mano a Pardodie.
—
¡Pardodie vamos!— le dije emocionado.
—
¿Oh? Por supuesto que no— respondió.
—
¿Por qué no? Yo prometí ayudarte a encontrar a tu ninfa amor— me burlé
esperando que sonriese, pero noté una mueca de tristeza— te ayudaré a buscarle,
pero también necesito despejar mi mente, ¿sabes? mi situación no es fácil, si
no hago algo esa mujer me va perturbar más de lo que deseo, ya no quiero seguir
sintiendo dolor, ella no lo merece— no comprendía cómo había inferido aquello,
sentí vergüenza de mi mismo, pero por alguna razón esta joven que se nombraba
ninfa así misma, lograba hacerme sentir paz y confianza.
—
Hizo una mueca de poco agrado—bien— me dijo.
—
Sonreí, puesto su rostro blanco se torno mas pálido que radiante,
le jalé de la mano— entonces vamos—
corrí con ella.
La primera gran cosa que hicimos fue subir a una montaña rusa, ahora
comprendía la reacción poco grata de mi reciente amiga, pude percibir su estado
temerario, impulsivamente le sujeté la mano para que se tranquilizase, en vez
de ello, sentí cierta incomodidad en ella, aunque rápidamente lo olvidé gritando
hasta no poder mas. Cuando por fin habíamos terminado nos arrojamos a los
pastizales muertos de risa, entonces su cara cercana a mí, provocó que mi
corazón muerto se acelerara, ella lo percibió y se levantó de mi lado.
—
Bien, creo que ya fue suficiente, estoy preocupada por Phill— me confesó.
—
Descríbelo— le indiqué.
—
¿Qué?— pregunto confusa.
—
Sería más fácil saber cómo es físicamente, para tener una idea de la
persona a quien busco— le sonreí.
— Bien— se sentó sonriente— el tiene cabello café como la tierra, ojos
azules como el mar, y piel blanca como la nieve, similar a la mía, es delgado y
alto, creo que un poco más que tu— suspiró—es muy hermoso— era muy cursi, y por
alguna razón me molestaba escucharle hablar así de él.
—
Ya veo— dije mirando a mi alrededor— ¿alguien parecido a él?— apunté a
una pareja.
—
Volteó la mirada— ¡es el!— gritó, y si que era lindo, bueno supongo que
en mi no sonaba muy bien, pero no estaba mal, después de todo el también era un
hada, no había comparación.
—
¿Quién es ella?— pregunté sorprendido, su acompañante era todavía más
hermosa que Pardodie.
—
Ella es…— respiró agitada, incapaz de contener el impuso de llorar.
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